Interacciones - Fotografias con Animales

Fotografias con Animales

En numerosas situaciones, atraídos por el contacto directo con un animal salvaje, los turistas pagan para fotografiarse junto a crías de grandes felinos y primates, loros, caimanes, delfines, serpientes y un muy largo etcétera.

Lo que las personas generalmente desconocen es que estos animales suelen ser arrebatados de sus madres a una edad muy temprana y que el manejo constante y el contacto con los humanos les resultan extremadamente estresantes.

La mayoría de los animales utilizados para estas actividades son cazados furtivamente de su estado salvaje donde las poblaciones se están viendo reducidas. Para obtener una cría de gibón, por ejemplo, es posible que se haya tenido que matar a toda su familia. Los loris perezosos están amenazados de extinción en gran parte como consecuencia de su uso para fotografías con turistas.

Las crías suelen separarse de sus madres sólo nacer- con la angustia emocional y la frustración de sus instintos que esto implica- con la intención de que "imprinten" con las personas en lugar de que con otros miembros de su especie. 

Para evitar daños a las personas, a estos animales se les suelen suministrar fármacos tranquilizantes, arrancar garras y dientes,  precintar la boca o encadenar.

Los animales pueden pasar el día entero, e incluso la noche, en zonas de bares y discotecas, pasando de mano en mano y privados del descanso necesario para su crecimiento y salud. Como es fácil de imaginar, en estas condiciones no pueden desarrollar sus comportamientos más básicos ni los que les dicta el instinto.

Una vez adultos, o cuando se hayan vueltos demasiado grandes o agresivos, los animales son remplazados por otros ejemplares más jóvenes. Su destino es siempre incierto: pueden acabar abandonados, sacrificados o vendidos a traficantes. Tal y como pudieron corroborar las autoridades de Tailandia en 2015, las partes del cuerpo de los tigres del Tiger Temple eran vendidas en el mercado negro para la "medicina tradicional".

Lejos de la vista de los turistas, estos animales suelen vivir en pésimas condiciones: encadenados, en pequeñas jaulas, sin atención veterinaria y forzados a comer una dieta inapropiada para su naturaleza.

En algunas ocasiones, los propietarios de los animales alegan que realizan una tarea proteccionista o de conservación y con el dinero que ganan ayudan a otros animales necesitados. Sin embargo, un centro de conservación real no criaría ni explotaría a sus animales por dinero.

Actividades de este tipo promueven la tenencia de animales salvajes como mascotas, algo que implica graves problemas de bienestar animal, de seguridad, de abandono y de tráfico de especies. Así mismo representan también un peligro para las personas: además de sufrir ataques, los turistas pueden contagiarse de enfermedades de tipo zoonótico.

Desungulación y Sedación

Tal y como comentábamos, para facilitar su manejo y reducir los riesgos de las interacciones entre felinos y personas, una práctica habitual es la desungulación de los animales, lo que implica la extirpación de sus garras.

Lejos de tratarse de un procedimiento inofensivo, la desungulación es una operación muy dolorosa y que tiene numerosas consecuencias para los animales.

Esta operación consiste en sacar las garras cortando la tercera falange del dedo del animal hasta la articulación. Así pues, no sólo se amputa la garra sino también el hueso, los nervios, las capsulas de las articulaciones, los ligamentos y los tendones.

Después de la operación, es frecuente que los animales padezcan dolor agudo, daños al nervio radial y hemorragias profusas. También pueden quedar astillas de huesos que dificultan la curación de la herida, o el nuevo crecimiento de la garra dentro de la pata.

La pérdida de esta parte del dedo modifica la conformación de la pata, lo que puede provocar daños en las almohadillas y anormalidades en su movilidad debido a que los animales deben pisar el suelo en un ángulo antinatural.

Así mismo, los animales desungulados también pueden sufrir dolor crónico en la espalda y las articulaciones dado que los músculos de hombros, piernas y espada se les debilitan.

Al perder las garras, a estos animales les cuesta coger la carne para comerla, dificultando así también su alimentación.

La extirpación de las garras puede incluso afectar la personalidad de los felinos, ya sea tornándolos más apáticos o más nerviosos, asustadizos y, por tanto, agresivos. Algunos pasan a defenderse entonces con los colmillos (que también es común arrancarles).

Muchos de los grandes felinos desungulados que han podido ser rescatados, han necesitado complejas cirugías para tratar de corregir algunos de estos problemas.

Siempre para evitar ataques a las personas, es común sedar a los animales antes de cualquier interacción. Y en lugares como el tristemente famoso Tigre Temple de Tailandia, se solía rociar a los animales con orina de otros tigres dominantes en un intento de mantenerlos sumisos.

El tour operador Thomas Cook tiene sus propios folletos para explicar dichas problemáticas a los viajeros.

Así mismo, es posible encontrar más información sobre el tema en las webs de Wildlife Friends Foundation Thailand y Big Cat Rescue.  

 

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