La observación de animales en su estado salvaje es una actividad turística en alza en los últimos años. Sólo en el continente africano, los datos disponibles sobre la venta de entradas para safaris suponen 168 millones de dólares al año. En el caso del avistamiento de ballenas, tal y como señala la Internation Fund for Animal Welfare, esta actividad ha permitido reemplazar el beneficio económico resultante de la caza de ballenas e incidir así en su conservación. Sin embargo, debemos diferenciar las prácticas respetuosas de aquellas que ponen en peligro a los animales salvajes y sus hábitats.
Las personas atraídas por este tipo de viajes- experiencia que buscan sentir y sentirse dentro de la naturaleza, permite la difusión de un nuevo concepto de turismo responsable en el que el conocimiento y el respeto por los ecosistemas fomentan un mayor interés en la protección de los hábitats, la financiación de proyectos de conservación (a través de las mismas tasas o cuotas de entrada a los parques naturales) y la creación de empleo para poblaciones locales. La existencia de safaris y actividades de avistamiento respetuosas suponen un incentivo económico para la conservación y educación acerca de la fauna salvaje, sus amenazas y la necesidad de protegerla. Hemos sido testigos de iniciativas respetuosas que demuestran como el turismo ha ayudado a proteger los animales y su hábitat. Los conservacionistas empezaron a organizar avistamientos de cocodrilos en Jamaica para proteger a estos animales de los cazadores furtivos. En las Galapagos, los avistamientos de fauna salvaje han permitido el crecimiento de la población, la Reserva Marina de Arrecifes y Tiburones de las Islas Fiji ha logrado desarrollar un proyecto sostenible y autofinanciado, con grandes beneficios para la comunidad local.
Diversos estudios demuestran que, bien gestionado, el avistamiento de animales en su hábitat proporciona una rentabilidad económica mucho mayor que el uso comercial y letal en la mayoría de los casos, de esos mismos animales en otros contextos. África, por ejemplo, obtiene más beneficios el ecoturismo que de la conocida como “caza de trofeos”. El avistamiento de tiburones por su parte, proyecta un mayor crecimiento que su pesca.
Efectos negativos y peligros
El avistamiento de vida salvaje es sostenible siempre y cuando favorezca a la conservación y supervivencia de la especie observada. Una incorrecta interacción puede causar cambios en el comportamiento de los animales y en su estado anímico y psicológico, viéndose afectados en su hábitos de depredación, alimentación o de cría.
También hay que tener en cuenta que algunas especies, como los grandes simios, pueden contraer enfermedades humanas para las que su sistema inmunitario no dispone de defensas naturales.
El interés por determinados destinos turísticos provoca que muchos lugares se pongan de moda como ocurre durante el desove de las tortugas en Costa Rica. Esta expansión turística descontrolada, los desechos generados por los turistas y las propias infraestructuras, ponen en peligro el mantenimiento del hábitat y la biodiversidad. Un dramático ejemplo en este sentido lo proporcionan las barreras de coral. Las roturas de los corales provocadas por el excesivo número de buceadores inexpertos, acaban también con la vida de muchos organismos, reduciendo también la variedad de vida marina de ese lugar y en consecuencia, el atractivo turístico del mismo.
Así mismo, también existen operadores cuyos viajes nos respetan los códigos de conducta por lo que acosan a los animales excesivamente causándoles un estrés innecesario, alterando sus comportamientos (sociales, de caza, de huida, de alimentación, de cría o de descanso) y ciclos vitales (hibernación), separando grupos, madres de crías o provocando accidentes mortales con los vehículos.
Las principales recomendaciones para controlar los impactos negativos del turismo de safari y avistamiento sobre la fauna y el entorno son:
Por último, es importante tener en cuenta los efectos a largo plazo del turismo de avistamiento es aún bastante limitado. Los guepardos, por ejemplo, son los grandes felinos más sensibles y vulnerables. El éxito de su caza -diaria y diurna-, puede verse afectada por la presencia humana, que les inhibe de salir a cazar o ven como sus presas huyen a causa del ruido de los coches de los safaris. En el Serengeti se han contado varios casos de guepardos atropellados cuyas crías fueron cazadas por otros depredadores tras alejarse de sus madres. Como consecuencia, los códigos de buenas prácticas para los avistamientos de una especie no se pueden aplicar automáticamente a otra del mismo grupo a la espera del conocimiento adecuado sobre la materia.
Desde FAADA aconsejamos a los turistas que quieran realizar avistamientos de animales, tener en cuenta por lo menos, los siguientes consejos generales.
Turismo Responsable - Fundación FAADA
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