En numerosos estados de EEUU y África, así como en Vietnam, y en la isla española de Mallorca, han ganado popularidad las carreras y los paseos sobre avestruces. Dichas actividades se ofrecen a los turistas en las granjas donde estos animales son criados para carne, en algunos zoológicos y en “festivales de avestruces”.
Aunque se les crie por sus plumas y por su carne, los avestruces siguen siendo animales salvajes, en este caso muy tímidos y fácilmente asustadizos. Aun así, se les hace participar en actividades estresantes y extenuantes.
Estos animales tienen un cuello muy largo y frágil, al igual que sus patas. En los paseos y las carreras, las personas se montan sobre ellos- en ocasiones con una silla y un cabezal especiales - y les agarran de las alas. También se les puede hacer participar en carreras de carros haciendo que los arrastren con personas dentro. En ocasiones, son encapuchados para prepararlos antes de las carreras.
Los paseos y carreras sobre avestruces provocan heridas e incluso la muerte de muchos ejemplares. Es común ver a estos animales tropezando y cayendo por el miedo, el cansancio o cediendo al peso de quien los monta. En las carreras no es extraño que se les rompan las patas y que los animales caigan desplomados o muertos por el estrés, el sobreesfuerzo y las altas temperaturas.
Es frecuente observar signos de agotamiento nervioso en los avestruces y un jadeo excesivo (se han visto animales jadear hasta 5 veces más rápido de lo normal ya antes de empezar la actividad). Muchos animales también muestran clapas consecuencias de que las plumas les han sido arrancadas durante el paseo o la carrera.
Aunque pueden alcanzar los 72 kilómetros por hora, estos animales corren de manera errática y es difícil que sigan una línea recta, así que muy a menudo se les debe forzar a hacerlos de manera agresiva. Por último, su visión es amplia y adaptada para las vastas planicies y no para estas situaciones anormales.
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