Lamentamos repetir que siempre tenemos que confirmar y asegurarnos de que el lugar que vamos a visitar no sea un falso centro de rescate. La industria del entretenimiento con animales cambia y se adapta con cada caso que sale a la luz, como los tristemente famosos Tiger Temple de Kanchanaburi, Tiger Kingdom, Harber Siberian Tiger Park, Maetaman Rafting Elephant Camp…
Cada vez estos centros están más preparados para recibir turistas que se toman en serio el bienestar animal. ¿Significa que se adaptan las instalaciones y se cuida realmente del bienestar de los animales? No. Desde hace un tiempo nos encontramos con multitud de lugares de explotación animal que se autodenominan, en folletos, RRSS y páginas web, como centros de rescate o santuarios.
Entonces, ¿cómo lo hacen para que los turistas vayan convencidos de que el sitio es respetuoso y rescata animales? Con información falsa, en primer lugar, y diferenciando la oferta.
En las webs de estos centros generalmente podemos leer que los animales han sido rescatados y están cuidados de por vida. A pesar de ello, no suele estar indicado el lugar de origen de cada uno, ni cómo se les rehabilita o si serán reintroducidos en la naturaleza. Una vez allí, los trabajadores ofrecen a los turistas servicios según el perfil del visitante. Así una persona que no quiere explotación, le dicen que no hacen paseos en elefantes y que solo les darán de comer y les acompañarán a la selva o a darse un baño. Mientras que si el visitante va con claras intenciones de montar, le dan esta opción.
Así el primer tipo de visitante se va contento pensando que ha ido a un verdadero santuario que no explota los animales, y el segundo también porque ha podido hacer la actividad que le apetecía. Los supuestos “santuarios” además, cuentan con diferentes centros y, a pesar de poner bien claro en su web que no se montan los elefantes, ‘No Riding’, según el interés de los viajeros se les da una opción u otra, y hay pruebas de que es posible montar en elefantes en cualquiera de los centros.
Es este el caso del centro Elephant Jungle Sanctuary, en Tailandia. En 2015 una viajera decepcionada ya nos hablaba de un lugar llamado Elephant Sanctuary en Chiang Mai, cuya descripción es sospechosamente parecida a los testimonios de los turistas del actual Elephant Jungle Sanctuary.
Este negocio cuenta con tres centros: uno en Chiang Mai, otro en Pattaya y otro en Phuket, ciudad tristemente conocida por el uso ilegal de animales salvajes para el negocio turístico. A pesar de que en su página web podemos leer los avisos de ‘No Riding’ (‘No se ofrecen paseos en elefante’) los propios mahmouts, los cuidadores, son quienes ofrecen a los turistas subirse en ellos cuando les ven interesados.
Según lo que hemos podido ver en diferentes webs y blogs de viajes, en el Elephant Jungle Sanctuary tienen lugar interacciones de vario tipo con los elefantes (adultos y crías), como baños y sesiones de fotos con un gran número de turistas.
Dichas interacciones tienen lugar durante todo el día y, a las 4 y media de la tarde, suenan las campanas y se avisa a los turistas que, por la noche, los elefantes serán encadenados por su propia seguridad. Y así hasta las 9 y media de la mañana siguiente. Casi 17 horas sin ni poder moverse. Según los vídeos grabados por turistas que visitaron el lugar, los elefantes muestran claros síntomas de estereotipias incluso cuando ya se les ha liberado de las cadenas.
Para tener una idea clara y concisa de cómo se encuentran estos elefantes, puedes ver un vídeo grabado por una viajera en este enlace de Facebook.
A pesar de que en la web del Elephant Jungle Sanctuary no aparecen fotografías de paseos en elefante, las redes están llenas de ellas, especialmente en el centro de Phuket propiedad de esta empresa.
En definitiva, os recordamos los requisitos que deben cumplir los verdaderos centros de rescate aquí y os invitamos a investigar con mucha atención antes de reservar una visita a uno de ellos. Son cada vez más las personas que se preocupan por los animales y que ya son conscientes de los problemas relacionados con su explotación en el sector turístico. La industria se ha dado cuenta y está intentando “camuflar” su negocio de manera cada vez más descarada, así que informarse es, hoy más que nunca, imprescindible.
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