Aunque pueda resultar más difícil para las personas observar emociones en los animales acuáticos que en otras especies, ellos también sienten, sufren y tienen capacidades cognitivas.
En los acuarios los animales padecen falta de espacio, hacinamiento y estrés causados por agresiones o por contacto con el público, los ruidos y los flashes. Los animales acuáticos necesitan altos estándares de cuidado y además son muy dependientes de la calidad del agua, por lo que la mortalidad en estos centros suele ser altísima. Por ello, y por el poco éxito reproductivo que tienen en cautividad, la mayoría de peces que se encuentran en los acuarios son capturados de la naturaleza.
De hecho, sólo un 1-10% de las especies marinas “ornamentales” se crían en cautividad; el resto deben ser capturados de la naturaleza, con diferentes técnicas que pueden ser agresivas hacia los animales o el medio ambiente. Los arrecifes de coral están en grave riesgo debido a las actividades destructivas de las diferentes técnicas de pesca.
El 90% de las especies de agua dulce provienen de granjas de cría intensiva en países como Singapur o Malasia, e interfieren con el ecosistema y la actividad económica local. Estas granjas además, se basan en las pesca en grandes cantidades de especies de poco interés para los acuarios pero que sirven de alimento para los animales “más bonitos”.
La captura directa de especies para acuarios, así como la captura de animales para cubrir la demanda de particulares que quieren tener peceras en casa, hacen que muchas especies acuáticas estén actualmente gravemente amenazadas.
Sean capturados o criados en cautividad, los animales son separados de sus grupos familiares originales y de su hábitat natural. Para llegar al acuario son transportados a lo largo de grandes distancias en condiciones que acaban con la muerte de decenas de miles de peces cada año.
La cantidad de espacio del que disponen en cautividad no se puede comparar en ningún caso con el que tendrían a su hábitat natural. En ocasiones, los peces chocan contra las paredes o los cristales que delimitan sus peceras, provocándose graves lesiones.
Estos animales además, no pueden nadar como harían en el océano, ni relacionarse de la misma manera y ni siquiera se alimentan igual que en la naturaleza (no pueden cazar sino que se les proporciona alimento congelado de la mano de los cuidadores).
Los productos químicos empleados para mantener limpios los acuarios pueden afectar gravemente a los animales, ya sea a su piel, sistema respiratorio o capacidad para nadar y alimentarse. Los materiales con que se construyen los acuarios- pensados para facilitar la limpieza de los tanques, pueden no ser los adecuados para los peces que -debido a roces por ejemplo- pueden sufrir infecciones o laceraciones. Cuando se permite el contacto entre personas y animales, las sustancias químicas de cremas, perfumes, etc. también pueden afectarles.
Estudios encargados por la Captive Animals Protection Society demuestran variaciones de conducta en los peces mantenidos en acuarios en comparación con su hábitat habitual. Los animales acuáticos suelen tener los sentidos, como el oído, muy desarrollado y cualquier sonido fuerte producido por motores, personal manipulando el recinto e incluso visitantes golpeando con suavidad el cristal, les puede producir estrés y ansiedad.
Además, en los acuarios se requiere una exagerada cantidad de agua (hasta 4 millones de litros), así como electricidad para bombearla, filtrarla y calentarla y grandes volúmenes de productos químicos para calibrarla.
Para poner un ejemplo práctico, el Aquarium de Barcelona es un centro que pertenece a la empresa Aspro Parks, con 43 parques de ocio, algunos de los cuales delfinarios, en 8 países del mundo y que existe en esencia por motivaciones lucrativas.
Tiene más de 450 especies de peces, entre ellos por ejemplo el pez cirujano azul (famoso por la película "Buscando a Dory", que no se puede criar en cautividad y del que se capturan 400.000 individuos al año para cubrir la demanda) y también pingüinos de Humboldt (ave marina del hemisferio sur en peligro de extinción y que suele vivir en grandes colonias).
Además de mantener a los animales en cautividad, permite realizar interacciones con ellos, por ejemplo con los tiburones (submarinismo dentro del tanque, alimentación a mano).
A pesar de hablar de ecología y de protección de los hábitats marinos, defiende la acuariofilia, fomentando que los particulares tengan peces en su casa y perpetuando una industria que merma la población de especies marinas día tras día.
A pesar de hablar de conservación de especies, ni siquiera forma parte de la Asociación Europea de Zoos y Acuarios (EAZA), que establece una serie de requisitos mínimos de garantías para sus miembros.
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