Promovidas engañosamente como centros de conservación de tortugas marinas, las granjas o criaderos de estos animales son simplemente una actividad comercial. En la mayoría de estos lugares, se interrumpen los comportamientos naturales de cría y se mantiene a las tortugas en condiciones inapropiadas exclusivamente con finalidades de exhibición y lucro.
En la naturaleza, cuando las tortugas salen de los huevos nadan apresuradamente durante sus 2 o 3 primeros días de vida, para luego estar más letárgicas. Seguramente con este comportamiento se han adaptado para pasar rápidamente por las aguas poco profundas y los arrecifes cercanos a las playas donde desovan, y donde se encuentran más depredadores. Así pues, cuando llegan al mar abierto pueden descansar y centrarse en alimentarse.
En las granjas en cambio, suelen mantenerse en cautividad a las crías durante sus 3 primeros días de vida para luego liberarlas después. Supuestamente esto se hace para que los animales se hagan fuertes, pero la realidad es que en estos primeros días es cuando los animales resultan más atractivos para los turistas. En consecuencia, cuando se liberan en la costa se encuentran en su periodo más letárgico y caen más fácilmente presas de depredadores.
Aunque se desconoce cómo vuelven las tortugas al lugar donde nacieron para poner sus huevos, hay muchas probabilidades de que este comportamiento esté relacionado con algún tipo de imprinting (impronta: un proceso de aprendizaje en animales jóvenes durante el corto periodo sensible de receptividad) cuando salen del huevo y se arrastran al agua.
Pero si los animales salen del huevo en otro lugar y son luego llevados al mar, este cambio podría interferir drásticamente en su proceso natural de aprendizaje sobre dónde poner sus huevos y, por tanto, poner en peligro su reproducción. Así mismo otros factores, como liberar a las tortugas a plena luz del día (suelen nacer por la noche), o soltarlas desde un embarcadero (en lugar que en la playa), también pueden tener un impacto negativo en su conservación.
Adicionalmente, muchas granjas o criaderos de tortugas muestran animales adultos, generalmente en tanques muy pequeños, simplemente para su exhibición. Algunos de estos centros permiten que los visitantes toquen a los animales, los saquen del agua y se hagan fotos con ellos o incluso que se bañen con las tortugas. Otros organizan bodas y fiestas en sus instalaciones y comercian con la carne de los animales.
La entidad World Animal Protection ha denunciado las terribles condiciones en las que son mantenidas las tortugas del Cayman Turtle Farm, centro que recibe a miles de turistas cada año. Aquí, unos 95.000 animales son criados para su carne y hacinados en tanques tan pequeños que lleva a los individuos a atacarse entre sí. Las tortugas sufren además un gran estrés como consecuencia del continuo contacto con los turistas.
Con el conocimiento que se tiene hoy en día del comportamiento de estos animales y de cómo ciertas prácticas pueden perjudicar tanto a los individuos como a las poblaciones a largo plazo, se puede entender que la mejor práctica de conservación sería preservar los procesos naturales in situ en vez de tratar de substituirlos o reproducirlos. Así pues, lo más indicado para estos animales sería proteger los nidos en las playas.
Aunque las visitas a las playas donde desovan las tortugas también deben ir acompañadas de unas buenas prácticas - los vehículos y la presencia descontrolada de turistas pueden destruir los huevos que están bajo la arena - para la conservación de estos animales es preciso proteger sus lugares de puesta y permitir la cría y la migración natural. En el caso de tener que reubicar los nidos por cuestiones de seguridad, éstas deben ser liberadas inmediatamente después de nacer.
Recordamos además, que el contacto directo con las tortugas puede conllevar problemas de salud para las personas como bacterias, virus, parásitos y hongos.
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