Un santuario real tiene como objetivo alojar a elefantes huérfanos o rescatados, cuidándolos hasta poder devolverlos a su hábitat natural. Si no es posible reintroducir a los animales en su estado salvaje, estos centros cuidan de los mismos en las condiciones de vida más naturalizadas posibles. Ofreciéndoles, por ejemplo, espacio para hacer ejercicio, refugio de las inclemencias climáticas y de la vista del público, interacción social con otros ejemplares de su especie y materiales para rascarse o tomar baños de polvo.
Lamentablemente, algunas personas ven una posibilidad de lucro en exhibir elefantes ante los turistas y promocionan su actividad como “orfanato” o “santuario”. Pero los centros de rescate reales de elefantes, y de cualquier otra especie, priorizan el bienestar de los animales por encima de todo. En caso de abrir al público, nunca realizan espectáculos o paseos con sus animales, sino que el respeto hacia ellos es máximo. La mayoría de santuarios reales no permiten el contacto entre los animales y el público (y si lo permiten, se trata de un contacto mínimo y siempre controlado), ni crían animales.
Muchos falsos refugios permiten tocar a los elefantes, bajo la supervisión del mahout (el entrenador), que espera a cambio una propina por este servicio o previo pago de un dinero extra. Es frecuente ver a los mahouts empleando el ankus o bullhook, la herramienta tradicional para dominar a los elefantes y que consiste en un palo largo con ganchos metálicos en su extremo. La simple amenaza de su uso, recuerda a los elefantes el dolor que este instrumento les puede provocar. En muchas ocasiones, estos ganchos se utilizan de manera abusiva y agresiva por lo que es frecuente ver heridas en la cabeza de los animales y detrás de sus orejas.
Los elefantes tienen serias dificultades para reproducirse en cautividad, cuando la reproducción tiene éxito a menudo se dan casos de madres que dejan morir a sus crías así que, a pesar de la longevidad de estos animales, nunca se han mantenido por sí mismas poblaciones cautivas: siempre han sido necesarios nuevos animales procedentes de poblaciones en libertad.
Los elefantes son animales activos, curiosos e inteligentes y sin embargo es frecuente verlos encadenados, algo que les provoca un grave estrés. Las posibilidades de movimiento son así muy limitadas, e incluso en algunos casos, impide el acceso al agua potable, de la que necesitan unos 100 litros al día. Recordamos además que hablamos de animales altamente sociales: el aislamiento les provoca serios problemas psicológicos ya que necesitan vivir en manada.
Una vez al año y durante varias semanas, los elefantes machos adultos pasan el musth, una condición que se caracteriza por la presencia de altos niveles de testosterona. Durante este periodo, los animales experimentan un incremento del deseo sexual, y son capaces de recorrer distancias más largas de lo habitual: es una combinación de comportamientos que, en estado salvaje, lleva a una dispersión genética que resulta vital para la supervivencia de la especie. En el caso de los elefantes en cautividad, el confinamiento y las limitaciones de la actividad sexual pueden desbocar en agresiones y tendencias destructivas. Por esta razón, se suele atar a los machos durante el musth, lo que les frustra y angustia considerablemente, dificultando aún más su manejo y comprometiendo su bienestar.
En algunos pseudo-santuarios, los visitantes pueden observar cómo se alimentan a las crías o incluso hacerlo ellos mismos –pagando un suplemento en la mayor parte de los casos. Estas crías, si no son huérfanas reales rescatadas de su estado salvaje, suelen haber sido separadas de sus madres prematuramente para estos “espectáculos”. Los ingresos adicionales obtenidos con esta actividad pueden hacer que los responsables del centro mantengan a las crías lejos de sus progenitores a propósito. También puede implicar que se alimente a biberón a animales que ya deberían estar tomando comida sólida pudiendo provocar problemas de nutrición y salud.
En la naturaleza una cría de elefante macho pasaría sus 10 primeros años junto a su madre, una hembra toda la vida.
Obviamente, los elefantes que “pintan” cuadros no tienen un talento especial, sino que han soportado meses de abusos físicos para aprender a agarrar un pincel y a dibujar. Durante años pintarán el mismo diseño una y otra vez, varias veces al día, cada día. Para enseñarles a dibujar se usa un gancho metálico o un clavo para guiar el pincel. Cuando el elefante se equivoca es golpeado como castigo y el gancho es clavado en sus orejas, en la cabeza o en la trompa. De hecho, es frecuente observar heridas y cicatrices en estas partes del cuerpo de los elefantes.
Otras actividades que pueden observarse en “campamentos” y falsos centros de rescate son espectáculos o “baños” con elefantes. Aunque el baño pueda ser positivo para ellos, la demanda de esta actividad puede implicar que los animales pasen horas seguidas dentro del agua- conllevando problemas para su bienestar. En ocasiones también se utilizan animales enfermos de turberculosis, que al echar agua encima de las personas con sus trompas, pueden contagiarlas.
En el caso de los animales utilizados para espectáculos (a menudo denigrantes y que incluyen partidos de fútbol, orquestas, etc.), no sólo se les fuerza a través de la violencia a llevar a cabo comportamientos absolutamente antinaturales para ellos, sino también a adoptar posturas que pueden perjudicarles físicamente (por ejemplo, equilibrios sobre dos de sus patas, algo que les fuerza a distribuir de forma innatural y peligrosa su gran peso).
Existen indicios físicos y comportamentales que suelen delatar cuando un elefante que se encuentra en un parque o campamento turístico ha sido capturado del estado salvaje. Listamos a continuación los más comunes.
Las heridas que presentan estos animales son normalmente consecuencia del proceso de “entrenamiento” denominado Pajaan. En particular, los mahouts suelen apuntar a ojos, orejas y cabeza (es decir, las zonas más sensibles del animal) para obligarles a obedecer y a actuar de manera sumisa. Además, los elefantes salvajes, tanto los adultos como las crías, resultan más difíciles de controlar que los ejemplares nacidos en cautividad, y a menudo acaba resultando necesario recurrir a la fuerza para conseguir que obedezcan.
Al no estar acostumbrados a la cautividad y al tener que permanecer atados, los elefantes capturados del estado salvaje suelen intentar librarse de las cadenas o moverse de una manera tal que acaba provocándoles heridas.
Las hembras de elefantes suelen amamantar a sus crías hasta que éstas tienen aprox. 18 meses. Si observamos una madre que no tiene leche y no da de mamar a la cría de elefante que tiene a su lado, esto podría indicar que el pequeño elefante –o ambos animales– han sido capturados de la naturaleza y sucesivamente presentados al público como una “familia”.
Indicios comportamentales
Tanto en el caso de animales nacidos en la naturaleza como en cautividad, las crías de elefantes suelen formar un vínculo muy estrecho con sus madres y con los otros miembros del grupo y raramente se apartan de su lado. Si observamos una cría aislada o que intenta escaparse de su madre (o al revés), ésto puede indicar que el animal ha sido arrebatado de su familia real.
En la naturaleza, los elefantes mellizos son extremadamente raros (representan el 1% de todos los nacimientos). Pero en cautividad, las hembras que tienen una cría (y leche) pueden ser forzadas a “adoptar” a otra que ha sido cazada del estado salvaje. Se suele recurrir a este truco también para facilitar el registro de animales capturados de manera ilegal.
Nota sobre la domesticación: Errónea, y a menudo engañosamente, los responsables de algunos centros presentan a sus animales como "domésticos" o "domesticados". Sin embargo, dado el bajo éxito reproductivo de los elefantes en cautividad, esta especie no ha pasado suficientes generaciones a manos del hombre para haberse podido domesticar, proceso a través del cual se crían selectivamente animales en cautividad a lo largo de generaciones hasta que en cierta manera se adaptan a lo que se requiere de ellos.
Es posible encontrar más información sobre el tema en las webs de EARS (Elephant Asia Rescue and Survival Foundation) y Elephant Family.
Turismo Responsable - Fundación FAADA
93 624 55 38