Se suele pensar que apostar en una carrera de caballos es una actividad inofensiva. Sin embargo, al tratarse de competiciones con una finalidad únicamente lucrativa, el bienestar animal nunca es una prioridad y los animales acaban sufriendo graves problemas tanto físicos como psicólogicos.
Para las carreras, se necesitan caballos seleccionados genéticamente por su velocidad y/o resistencia, no tan sólo deben ser de una raza concreta sino que además tienen que cumplir una serie de requisitos individuales en cuanto al carácter. Esto quiere decir que de los miles de caballos que se crían para este fin, tan sólo unas pocas docenas acaban sirviendo realmente para las carreras. Los demás, en general, suelen acabar en el matadero.
Los individuos escogidos son sometidos a un duro entrenamiento desde el año y medio de edad hasta los 4-6 años cuando ya no sirven para esta industria y son descartados. Sin embargo, la longevidad de los caballos suele ser de unos 30 años.
Asimismo, con tan solo un año y medio de vida un caballo no está todavía plenamente desarrollado, pero aún así se le somete a un estricto entrenamiento en que se les imponen pesos antinaturales sobre su espalda, esfuerzos excesivos sobre sus huesos y articulaciones y se les fuerza a correr hasta la fatiga total.
En la naturaleza, los caballos pasan 16 horas al día pastando y su sistema digestivo está adaptado para ello. El ácido gástrico que se produce continuamente, es a su vez neutralizado por la continua producción de saliva al comer hierba. Sin embargo, a los caballos utilizados para carreras se les suministra una dieta altamente energética que maximiza el crecimiento muscular y los niveles de actividad. Esta comida concentrada se ofrece a los animales tan sólo dos veces al día, por lo que no pueden neutralizar el ácido producido en su estómago, y acaban padeciendo de úlceras gástricas. Más del 90% de los caballos de carreras padecen de úlceras gástricas.
El excesivo ejercicio a que son forzados estos animales y la fatiga extrema a que llegan, provoca que el 82% de los caballos de carreras de más de 3 años de edad sufran hemorragias pulmonares y que todos sufran de una debilidad ósea que facilita que se lesionen durante las carreras. Muchos de los caballos jóvenes desarrollan mialgia en las tibias por la falta de descanso, sufriendo en agonía e incluso llegándose a colapsar si se les toca en las patas.
En general, a los caballos que necesitan atención veterinaria, no se les da la oportunidad rehabilitarse completamente antes de volver a correr, ya que para sus propietarios, el tiempo que están sin correr es dinero perdido. Por este mismo motivo, en muchas ocasiones los animales se medican con hormonas, broncodilatadores, clembuterol, drogas tipo éxtasi e incluso con morfina para que puedan seguir corriendo sin que sus lesiones afecten a su velocidad.
Cada año, solo en el Reindo Unido, mueren en carreras de caballos unos 400 caballos como resultado de caídas fatales, graves fracturas, ataques de corazón o por una reducción de su rendimiento que les hace dejar de ser viables comercialmente a sus propietarios. A fecha 25 de Febrero de 2011, en lo que iba de año ya habían muerto 27 caballos en carreras del Reino Unido.
Mientras los concursantes y los apostadores beben champán y felicitan a los ganadores, muchos animales son eutanasiados unos pocos metros más lejos.
Durante las carreras, los caballos pasan mucho estrés, tanto físico como psicológico, y así lo corroboran diversos estudios sobre bienestar animal. En un estudio realizado por Animal Aid en el Reino Unido, se observó que durante una sola carrera, los caballos pueden llegar a ser golpeados con la fusta unas 30 veces en el cuello, los hombros y los cuartos traseros.
Si los animales tienen lesiones que les impidan seguir participando en carreras, lo más probable es que acaben sacrificados, sean enviados a un matadero o vendidos a bajo precio.
Muy pocos de estos animales gozan de un retiro digno. Incluso si acaban en buenas manos, estos caballos necesitan una rehabilitación muy exhaustiva y costosa ya que las secuelas físicas y psicológicas de haber pasado por entrenamientos, maltratos y duras competiciones, cuestan de curar.
Apoyar y participar en carreras de caballos y competiciones similares es totalmente incompatible con una preocupación por el bienestar animal. Está demostrado que los animales sufren, y el único fin es el entretenimiento humano y las apuestas económicas.
Por último, recordamos que también se realizan carreras con búfalos, camellos, avestruces y perros, entre otros.
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