En algunos países asiáticos como China y Filipinas, las peleas de cerdos y caballos son consideradas partes de la tradición local y, a pesar de las protestas y peticiones de las organizaciones de defensa animal de todo el mundo, año tras año, centenares de personas siguen asistiendo a estos crueles espectáculos.
Las peleas de caballos tienen lugar prevalentemente en Mindanao, en el sur de Filipinas.
Estos animales, que normalmente no atacan y no pelean entre ellos, son llevados a competir de manera violenta gracias al “cebo” de una yegua atada sobre la arena. El resultado es una batalla sangrienta en la que los dos "rivales sexuales" se muerden y se patean provocándose graves daños.
Los caballos fallecen por las heridas, los golpes o de puro agotamiento. Normalmente, incluso los que sobreviven a la lucha, son luego sacrificados ya que los propietarios no quieren invertir dinero en cuidados veterinarios.
Igualmente traumática resulta la experiencia para la yegua, que no solo recibe los golpes de los demás animales que luchan, sino que al término de cada pelea es obligada a aparejarse con los diferentes ganadores.
Aunque oficialmente estas peleas son ilegales, la corrupción y la falta de controles permiten que esta cruel tradición se siga llevando a cabo y que incluso algunos “encuentros” sean retransmitidos por televisión.
A parte de Filipinas, las peleas de caballo se siguen organizando también en algunas zonas de Indonesia, Corea del Sur y China.
Igualmente crueles y sanguinarias son las peleas de cerdos que, prevalentemente, se organizan en la región china de Guangxi Zhuang donde incluso se celebra un festival dedicado a esta “tradición”.
Estos animales también son obligados a luchar por sus “entrenadores”, que los golpean y los pinchan con palos puntiagudos. Los animales colisionan entre ellos, se dan cabezazos y muerden en el cuello a sus rivales. Las peleas acaban solo en el momento de la muerte de uno o de ambos animales. En la misma región, también los búfalos de agua son utilizados para pelear hasta la muerte.
Como indicado, a pesar de que estos espectáculos sean extremadamente violentos, sus responsables siguen considerandolos “tradicionales” e indicando que no se dejarán de organizar ya que representan una parte importante de la cultura local.
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