La pesca recreativa es una actividad pesquera no comercial, en que se pescan animales con fines recreativos de entretenimiento, deporte y turismo.
La “captura y suelta” (ictioturismo), que prevé soltar los peces al mar, se realiza, según la Confederación Española de Pesca Recreativa Responsable, como una actividad ética y responsable ya que, supuestamente, se devuelve a estos animales al agua con vida. Sin embargo, varios estudios han demostrado que en realidad, los peces que se liberan, pueden llegar a tener una mortalidad de más del 40%, dependiendo de la especie y de los instrumentos utilizados para la captura. La pesca con anzuelo produce más víctimas que la pesca con “mosca” ya que el pez se traga el cebo con el anzuelo y eso da lugar a desgarros y sangrados internos.
Los peces que son capturados y liberados pueden morir por varias razones, pero las dos principales causas son el estrés y las heridas.
El estrés resulta de la resistencia que opone el animal. Internamente, este esfuerzo físico les produce un déficit de oxígeno en los tejidos, lo que obliga a los músculos a funcionar sin el mismo, provocando que el ácido láctico se acumule en el tejido muscular, y entonces se pase a la sangre. Esto provoca cambios de PH en la sangre, alteraciones de los procesos metabólicos y en última instancia, la muerte. A veces, parece que el animal esté vivo cuando se suelta en el agua, pero el desequilibrio químico en su sangre puede matarlo incluso hasta tres días después de ser capturado.
La otra causa principal de mortalidad son las heridas provocadas por los anzuelos. Éstas pueden ser desde muy leves hasta mortales. La mayor mortalidad se produce en los peces que se enganchan por las branquias o el estómago. Los anzuelos que utilizan cebo son los que más posibilidades tienen de engancharse en estas partes del cuerpo.
Otros factores que afectan negativamente a los peces son la exposición al aire, la mayor temperatura del agua de la superficie y el exceso de manipulación. El estrés fisiológico se traduce en una elevación de las hormonas corticosteroides que, en muchos casos, inhiben los procesos reproductivos –afectando también a las poblaciones y suponiendo una amenaza para la conservación.
Los cambios de presión al subir a los animales a la superficie del agua puede provocar que se sobreinflen las vesículas natatorias que controlan su flotabilidad.
El manejo y el contacto del cuerpo de los peces con superficies secas, como las redes, puede retirar las capas de mucosa de sus cuerpos haciéndolos más propensos a que bacterias y otros patógenos infecten su piel.
Además de la mortalidad y de los cambios fisiológicos (y de comportamiento) consecuencias de la pesca recreativa, hay que tener en cuenta la capacidad para sentir dolor de estos animales. Los peces tienen un sistema nervioso como los demás vertebrados, aunque con un cerebro más básico comparado con el de los mamíferos, ya que no tienen neocortex. A pesar de esto, perciben estímulos dolorosos de manera similar a los humanos, aprenden a evitarlos e incluso pueden padecer depresión, colaborar y ayudarse entre ellos, o padecer fiebre emocional, un rasgo particular usado para identificar la conciencia de los seres vivos y que en el pasado se pensaba estar ausente en los peces.
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