En muchas ciudades de todo el mundo, los carros con caballos son utilizados para llevar a los turistas en románticos paseos. Aunque esta pueda seguir pareciendo a algunos una actividad inofensiva, en la mayoría de los destinos ya se conocen las graves implicaciones para los caballos involucrados, y alrededor de todo el mundo se están llevando a cabo diferentes tipos de protestas para pedir el fin de esta actividad y la sustitución de los carros de caballos con alternativas más éticas.
Muchos de vosotros seguramente sabréis que tras su elección, en enero de este año el alcalde de la ciudad de Nueva York Bill de Blasio aseguró que prohibiría los carros tirados por caballos en Central Park y los sustituirá con coches de época ecológicos. Desafortunadamente la prohibición aún no se ha hecho efectiva, y en los últimos meses se han producido nuevos accidentes que han provocado las protestas de los turistas y de las entidades de protección de los animales.
Algo parecido está pasando en Cartagena (Colombia), donde los recientes accidentes (el último se verificó hace tan sólo unos días) que vieron a diferentes caballos desplomarse al suelo bajo el peso de los carros que tiraban, han encendido las protestas tanto de los locales como de los visitantes. Como explican las entidades locales, en Cartagena estos caballos trabajan 20 horas al día, están esqueléticos y desnutridos y sus dueños ni siquiera les pueden dar de beber o comer por miedo de las multas, ya que el distrito de Cartagena sanciona a los cocheros si los caballos orinan el pavimento de la ciudad amurallada. El alcalde de la ciudad, Dionisio Vélez, ha establecido un decreto que entrará en vigor el 31 de diciembre y que pretende regular el uso de estos animales exigiendo, entre otras cosas, que cada coche tenga dos caballos para que se turnen en la jornada de trabajo. Mientras tanto pero, tal y como indican representantes de la asociación “Ángeles con patas”se siguen produciendo horribles accidentes y la organización no para de recibir quejas de personas de todo el mundo. Y si a esto le añadimos que el mismo alcalde afirma que “un caballo está hecho para este trabajo” (no Señor Vélez, un caballo no está “hecho para un trabajo” ni para servir al hombre, está hecho para vivir y disfrutar de su vida al igual que usted), son muchos los que temen que no se llevará a cabo ninguna mejora significativa. Y esto es una pena sobretodo para los habitantes de esta localidad, que si dispusieran de alternativas, podrían ganarse igual o mejor la vida, sin dañar la imagen de su ciudad y de su destino turístico.
Y básicamente esto es lo que está pasando también las Islas Gili (Indonesia), donde los caballos son obligados a transportar a los turistas durante todo el día y bajo un sol abrasador. A raíz de muchos años de quejas por parte de turistas de todo el mundo, la asociación sin ánimo de lucro Horses Without Carriages International ha lanzado una petición en Change.org que pide a las principales autoridades del sector turístico local que substituyan los carros de caballos por coches que funcionan con energía solar.
Otra demostración del hecho que la explotación y el maltrato de estos animales pueden acabar dañando gravemente el turismo local, os dejamos el testimonio de Hellen, responsable de la agencia “Viajar Solo” que nos escribe tras su última visita a Vietnam: “…Hace unas semanas he estado en Vietnam para un viaje de inspección del que vendemos nosotros. Cual no fue mi sorpresa, y desagradable, cuando una de las actividades del día en el Delta del Mekong, que era un “paseo a caballo” se convirtió en una verdadera pesadilla y uno de los peores tragos… Para hacer un trayecto (corto, eso es cierto, pero suficientemente largo) entre un tramo y otro de los canales del Delta, el medio eran caballos… Caballos muy pequeños, de raza mini (no ponys, pero sí muy bajitos y de constitución muy fina) y tremendamente delgados, desnutridos, con claros problemas de piel y que daban una pena tremenda… Arrastrando carros de hierro a los que subían entre 4 a 6 turistas para 1 solo caballo!!!!!
Fue horrible, me negué a subir, y otras 2 personas del grupo, y se montó un follón, porque realmente no había otra forma, es un camino muy estrecho, no hay casas, ni población, ni coches, ni cualquier otro medio de transporte para ir donde seguía la ruta. Era mucho para ir andando y mas a 45º que hacía de temperatura, humedad tremenda y rodeados de selva y agua, pero eso mismo es para los caballos.
Bueno, desgraciadamente tuvimos que subir, yo pasé todo el camino llorando y otra chica a punto y con la carne de gallina del mal rato. No es un gran paseo, cierto, serían 15 minutos máximo creo (no lo recuerdo bien), pero esos pobres animales estaban fatal y no es para llevar esa carga en esas condiciones… Y esa ida y vuelta la repiten varias veces supongo a lo largo del día.
El caso es que lo comunicamos de inmediato al TO y dejamos claro que al menos nuestros clientes no iban a hacer eso, y que si no quitaban esto del itinerario no íbamos a vender más este producto.
A los 2 días de regresar nos confirmó la mayorista que han hablado con los receptivos para concienciarles de este tipo de actividades, que han eliminado el paseo en caballo de todas las rutas y se sustituye por todo en barca y que al menos para todos los viajeros que trabajan con ellos, no van a utilizar estos pobres animales…”
Por último, nos gustaría recordar que no solo en el extranjero nos encontramos con este tipo de problemática: aquí en España se pueden ver carros tirados con caballos en muchísimas ciudades y el caso más emblemático es seguramente el de la Feria del Rocío, manifestación tristemente famosa en todo el mundo por el pésimo trato que reserva a sus caballos y el gran número de ellos que fallece por agotamiento.
Desde FAADA esperamos que en todo el mundo se llegue a entender la necesidad de introducir alternativas éticas (que como hemos visto…existen!) ya que el maltrato animal no es y nunca será un buen reclamo turístico.
Para más información: http://turismo-responsable.com/s24
Yo estuve hace poco en Roma y la verdad es que sufría viendo los coches de caballos… 37 grados, ojos vendados y paseos continuos por una ciudad que ardía… Horrible
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