Nuestra amiga Mireia acaba de volver de un emocionante safari en Kenya y Tanzania y aquí nos deja el relato de su experiencia y de la situación de los parques de allí. Muchas gracias Mireia y esperamos que pronto quieras compartir más historias con nosotros!
Un safari en África es una de las mejores y pocas opciones hoy en día de interactuar con la fauna salvaje.
Son varios los países donde disfrutar de este tipo de viaje el cuál no dejará indiferente a nadie y será un recuerdo de por vida, el sudeste africano es bien conocido por este tipo de turismo.
Mi viaje en cuestión ha sido en
Kenya y
Tanzania. Debo reconocer que la emoción que tenía era tan fuerte que al mismo tiempo tenía miedo de decepcionarme y encontrarme en una especie de zoo dónde los animales estaban medio domesticados y utilizados para captar turistas.
Lejos queda comparar este tipo de viaje con la famosa Tailandia y sus elefantes maltratados y esclavizados para usos turísticos.
Estos parques tienen fronteras imaginarias y los animales que habitan allí realmente viven y dependen de la Madre Naturaleza.
Hay varias reglas durante un safari: prohibido bajar del 4×4 ya que los animales están presentes y los predadores escondidos, es pues verdaderamente peligroso para nosotros y desconcertante para ellos. Cuando los animales están muy cerca hay que parar el motor del 4×4 para no molestar y que no se desorienten, el coche lo ven como un bloque y no como personas.
Totalmente prohibido nutrir a las especies o lanzar objetos.
Realmente las normas en los parques son bien estrictas y el gobierno los protege, bien saben ellos de que el turismo es su mayor fuente de ingresos y que tienen un tesoro único.
La parte negra son los temidos y monstruosos cazadores furtivos. Entran especialmente por la noche en los parques cuando están cerrados al público y matan indiscriminadamente animales, no importa que estos sean madres embarazadas o en peligro de extinción…
Varios son los fines, desde vender la carne hasta los muy buscados rinocerontes negros de quién los asiáticos especialmente creen en sus fines curativos de su cuerno, y es por ello que los matan ni tan siquiera por su carne.
Este último caso es tan grave que la única salvación que encuentran las ONG que intentan salvarlos es de cortarles el cuerno bajo anestesia y con un corte limpio (este cuerno si está bien cortado y por su composición gelatinosa se reproduce al cabo de un tiempo).
Es muy triste, y no sé cuál es la solución pero desde luego hay que educar a las sociedades que crean demanda de carne «exótica» y hacerles darse cuenta de lo que están destruyendo.
Entre Kenya y Tanzania os recomiendo Tanzania, especialmente porque está menos masificado y es mucho más auténtico (mucha menos sensación de aglomeración si vais especialmente en agosto o diciembre).
Cierto es que no es un viaje barato pero hay opciones para todos los bolsillos, desde lujosos lodges para románticas lunas de miel hasta acampadas para paladares aventureros en tienda tipo iglú.
Os harán el viaje a medida, os harán sentir únicos como clientes, sus guías locales hablan varias lenguas y os deleitaran con historias de la vida animal y local que os harán comprender más su país y sus gentes.
Fuimos sus primeros clientes que les pedimos comidas «veganas» y no dudaron en organizarlo con todos los alojamientos y hacer un seguimiento estricto de que todo iba bien. Todo el equipo es encantador.
Para todos aquellos que podáis, no perdáis la oportunidad de hacer un safari.
Escoger un operador local como el que os recomiendo para aseguraros que estáis apoyando con vuestro dinero al país y disfrutar de la magia de esta naturaleza salvaje, tan lejos de nuestras vidas cotidianas.
Muchas gracias por tu historia. Mil hijo Santiago (3 años) y yo la leímos antes de ir a dormir. Esperamos un día hacer ese Safari juntos. Saludos desde la ciudad de Panamá