Desde Inglaterra nos llega otra historia que confirma lo peligrosos que pueden llegar a ser los parques que permiten la interacción de turistas con animales salvajes.
Violet D’Mello, una ciudadana británica de 60 años, estaba recorriendo el Sur de África para celebrar su cumpleaños junto a su marido. En una de las etapas de su viaje, la pareja decidió visitar el Kragga Krama game park, en Port Elizabeth, un parque donde los turistas pueden ver rinocerontes, jirafas, cebras y otros animales en su hábitat natural, pero donde también les es permitido acariciar y hacerse fotografiar con la pareja de guepardos Mark y Monty.
Violet cuenta que decidieron apuntarse a esta actividad (que cuesta £4.50 por persona) ya que la guía del parque les había asegurado que se trataba de animales domados y totalmente inofensivos.
Pero una vez dentro del recinto de los guepardos algo no fue según los planes.
Junto a la señora D’Mello y otros turistas estaban los tres niños pequeños de una pareja, que evidentemente emocionados por el contacto con los animales, hablaban en voz alta y corrían cerca de Mark y Monty. Esto probablemente, junto al fuerte ruido provocado por los varios turistas que se asomaban al recinto en la hora de máxima afluencia del parque, provocó que los felinos se pusieran nerviosos y que uno de ellos mordiera la pierna de una de las niñas que corrían a su lado.
En ese momento la señora D’Mello intentó intervenir para consolar a uno de los hermanos y los dos guepardos la atacaron, primero tirándola al suelo y luego mordiéndola y arañándola en el cuello, en el abdomen y en las piernas. El ataque duró unos 3 minutos sin que ni los demás turistas ni la guía consiguieran apartar a los guepardos (un claro señal de la falta de medidas de seguridad del parque) y fue solo cuando otro trabajador entró en el recinto con un bastón que se pudo llevar a salvo a Violet D’Mello. La señora tuvo que ser trasladada de urgencia al hospital más cercano donde los médicos le desinfectaron y vendaron las heridas y le proporcionaron antibióticos.
Violet y su marido dicen estar muy enfadados por lo que pasó sobretodo porque se les había asegurado que se trataba de animales inofensivos y más que acostumbrados al contacto con los humanos. Por otro lado, los responsables del parque consideran lo ocurrido solo un desafortunado accidente y, aunque la actividad esté temporalmente suspendida, afirman que lo más probable es que los animales solo quisieran “jugar” con la señora D’Mello.
En cualquier caso, estamos hablando una vez más de animales salvajes forzados a actuar en contra de su naturaleza y no nos extraña que un accidente así haya ocurrido. En primer lugar por el evidente estrés que estos animales tienen que padecer a causa del contacto diario con un gran numero de turistas y en segundo lugar porque se trata de animales salvajes que tienen instintos que las personas no pueden controlar, por mucho que se intente domesticarles y convertirles en lucrativas atracciones turísticas.
Así que esperamos que esta historia sirva para dejar claro (en caso de que aún no lo sea) que las actividades turísticas de este tipo son dañinas y potencialmente peligrosas tanto para los animales como para las personas.
Para ver las fotos de lo ocurrido y leer la entrevista original a la familia D’Mello: http://www.dailymail.co.uk/news/article-2139442/Violet-DMello-mauled-tame-cheetahs-holiday-safari-park.html