En los próximos días en Australia, más animales serán sacrificados en nombre del turismo. Precisamente los tiburones blancos que midan más de tres metros de largo y que, a pesar de estar catalogados como especies protegidas, serán cazados en un intento de librar el país de su fama de “país más peligroso del mundo para bañarse en el Océano”.
Tras que el pasado mes de noviembre se produjera el último ataque mortal – el séptimo en tres años y que costó la vida a un surfero en Gracetown (Sur de Perth) – el premier Colin Barnett decidió poner en marcha dicha actuación, sin tener en cuenta las muchas protestas y las condenas de los expertos en fauna marina.