Por qué respetar a los animales salvajes marinos

Ver animales en la naturaleza puede ser una emocionante e inspiradora oportunidad cuando vamos de viaje. Desde conducir por un safari en África hasta el avistamiento de ballenas en el extenso mar, las vacaciones y los encuentros con los animales salvajes a menudo se entrelazan. Estas interacciones pueden ser una gran foto e incluso despertar un nuevo interés en la conservación de la vida salvaje, pero también pueden tener un lado oscuro.

Hay lugares donde podemos encontrar los mejores ejemplos de turismo irresponsable. Entre todos ellos, está el conocidísimo barrio de La Jolla en San Diego, California, donde los turistas son atraídos por la idea de hacerse fotos junto a las focas y los leones marinos de la zona.

En las zonas más alejadas de las rocas, las focas todavía pueden aislarse de los turistas y mantener un espacio para jugar, nadar y dormir sin ser invadidos por humanos buscando fotos o, peor, tocarlos.

A pesar de la multitud de carteles que hay avisando a los turistas de que está prohibido alimentar o acosar a los leones marinos y las focas, casi siempre hay grupos que se acercan a los animales salvajes para hacerse un selfie. Aunque lleven años en La Jolla, los leones marinos no son animales domésticos y no llevan bien la presencia humana tan cerca de ellos, así que suelen apartarse mientras los turistas los siguen persiguiendo su foto perfecta, sin pensar en la angustia que pueden generarles a los animales.

En más de una ocasión las madres de leones marinos han huido de los humanos dejando solas a sus crías recién nacidas. Mientras algunas de estas crías morían sin sus madres los turistas se aproximaban y se hacían fotos con ellas. Por desgracia, no hay nada que dé más “likes” que una cría de animal salvaje.

The Marine Mammal Center en California advierte constantemente a los visitantes que no se hagan selfies con recién nacidos porque las madres que han ido a buscar comida pueden asustarse y abandonar a sus crías. La misma organización advierte de no acercarse demasiado a los mamíferos marinos, que están protegidos desde 1972 por la ley federal Marine Mammal Protection Act. Esta ley prohíbe la alimentación, el acoso, la caza, la captura, la recolección y la matanza de mamíferos marinos.

En La Jolla, el acoso a estos mamíferos es preocupante. Los turistas no toman ninguna precaución y se acercan demasiado a los animales. Además un activista local filmó horas de imágenes de turistas acariciando, persiguiendo y tomándose fotos con focas y leones marinos en las playas de La Jolla.

Estos encuentros tan cercanos no solo estresan a los animales involucrados, sino que ponen en riesgo a las personas. Según NOAA Fisheries Greater Atlantic Region: «Acercarse demasiado a un animal salvaje le pone a usted -y al animal- en peligro. Las focas tienen potentes mandíbulas y pueden dejar una marca muy duradera. Hemos recibido informes de varias lesiones en humanos como resultado de acercarse demasiado a un animal durante una sesión fotográfica rápida».

Los ataques de los animales salvajes pueden suceder cuando los humanos invaden el hábitat de éstos. El mes pasado, un oso polar fue asesinado a balazos por los oficiales de un crucero después de que el barco atracó en el territorio de los animales. Los trabajadores de los cruceros salieron del barco para inspeccionar el área y encontraron un oso polar. Los trabajadores terminaron disparando al animal después de que los intentos de asustarlo no tuvieran éxito. Esto sucedió en una isla donde los 3.000 osos polares son más que los habitantes humanos. Además de ser una especie protegida en virtud de la Ley de Protección de Mamíferos Marinos, el oso polar también figura como «vulnerable».

Cuando los turistas viajamos a un destino, somos visitantes. En caso de encuentros entre humanos y vida salvaje, visitamos el hábitat natural de los animales. Como visitantes, debemos ser respetuosos y corteses ya que nuestras acciones pueden significar la vida o la muerte para el animal.

Fuente: Earth.com

23/08/2018