Hacía meses que esperaba con ansias mi semana que vacaciones en los fresquitos Alpes…“voy a reconectarme con la naturaleza” decía a mis amigos… en fin! No se puede ir a una de las zonas más recónditas de Europa y no encontrarse de cara con el abuso de los animales!
Día uno, la mayoría de pueblos pintorescos de la Alta Saboya plagados de carteles de circos con animales salvajes. Elefantes, leones y camellos enjaulados y forzados a realizar comportamientos ridículos en medio de los Alpes… Vaya “reconexión” más distorsionada la mía! Por supuesto la oficina de turismo no se quedó sin mi respectiva queja en su buzón de sugerencias.
Día dos, tras una larga caminata entre pinos centenarios, llegamos a la Mer de Glace, un glaciar espectacular donde se puede visitar una gruta. Nos habían informado que dentro había un museo sobre glaciares y a pesar de tener que bajar cientos de escalones entre las hordas de turistas que llegan hasta allí en un pequeño tren, nos decidimos a entrar… Ya las luces de neón y la música de discoteca (habríamos preferido oír el silencio del hielo y los ríos subterráneos) nos tentaron a dar la vuelta, pero el detonante fue ver un cartel de “Hazte una foto con Beethoven por 5 euros”. Beethoven resultó ser un pobre perro San Bernardo colocado encima de un bloque de hielo inmóvil para que los turistas tuvieran su recuerdo de la visita. Tras discutirme con el responsable, miraba las caras de la gente y nadie parecía escandalizarse. ¿Es que nadie ve nada malo en usar un animal como si se tratara de un objeto decorativo? ¿Es que nadie se pregunta si este perro no se mueve por miedo a recibir una paliza? ¿Es que nadie piensa que este perro no está bien pasando días enteros bajo –y sobre- el frío hielo, a semi-oscuras y con la música ensordecedora? Obviamente, hicimos una nueva visita a la Oficina de Turismo y ahora estoy sacando el polvo a mis conocimientos de francés para escribir una carta al Ayuntamiento de Chamonix expresando mi descontento…
Día tres, en otra excursión vemos un grupo de personas subiendo tan ligeritos de peso y al cabo de un buen rato nos encontramos a un grandísimo caballo cargado hasta los topes con todo el material de los pseudo-montañeros. El caballo se esforzaba por pasar por escarpados, estrechos, empinados y resbaladizos caminos con toda esa carga… Señores, si no sois capaces de cargar con vuestra cantimplora quizás el montañismo no está hecho para vosotros!
Aunque, afortunadamente, el resto de mis vacaciones fueron más “reconectantes” –llegamos a ver varios rebecos y marmotas en libertad- ahí os dejo una foto- mi despedida de las vacaciones me devolvió a la dura realidad que sufren los animales en este mundo. Una vez en casa me alquilé la película “Cómo ser John Malkovich” en que sale, entre otros animales, un chimpancé! Otro ser más explotado, en este caso, para la industria cinematográfica…
Conclusión; vivimos rodeados de abuso hacia los animales para el puro entretenimiento y diversión de personas que no se replantean los efectos de nuestras acciones sobre los otros seres vivos. Observando el mundo con otro prisma, vemos que la falta de respeto hacia ellos es constante y presente en todas partes. Debemos mostrar nuestro rechazo hacia su abuso en voz alta y exigir un mundo mejor… para todos. Gracias por escucharme amigos de FAADA!